“El alba de la muerte”
Los
indígenas sabían que los dioses eran capaces de una gran misericordia, pero
también de una gran ira. Estas deidades habían visto la cantidad de sacrificios
absurdos que los muiscas realizaban a diario para “complacerlos”. Pero el que
más prestaba atención a este comportamiento erróneo de los humanos era Bochica,
sintiendo que todos eran homicidios sin sentido.
Bochica
quería castigar a los muiscas, pero, de una manera en la que ellos entendieran
por sí mismos, así que engañó al Zipa Nukejuanque, para que recibiera una
máscara, le dijo que en cada sacrificio el verdugo tenía que usarla.
Nukejuanque preguntó si podía hacer varias réplicas para acelerar el proceso logrando
con sus palabras que Bochica entrara en furia, pero, para tener éxito tenía que
seguir simulando, así que simplemente le dijo que no.
Al día siguiente con la salida del So se inició el sacrificio, el verdugo
tenía la máscara puesta. A punto de clavar el cuchillo, casi a un centímetro de
la piel del afortunado, la fuerza se desvió y éste terminó enterrado justo
entre los ojos del enmascarado y lo mismo sucedió en cada sacrificio, hasta que
por fin Nukejuanque entendió el mensaje de Bochica. Mandó a sus soldados a
deshacerse de la máscara y la bautizaron con el nombre de “El alba de la
muerte”, para que las futuras generaciones no cometieran el mismo error.
Colegio La Colina
Grado 8º
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