Los colores de un cerezo en primavera
Por Ana Gabriela Velalcázar
Grado 7°A
Hace mucho tiempo cuando
los continentes permanecían juntos en lo que hoy conocemos como Japón, existió
un gran bosque donde vivían hadas, duendes, elfos, dragones y todo tipo de
criaturas mágicas que se podían encontrar, en el centro de ese misterioso
bosque había un cerezo que, aunque no fuera de gran tamaño, era el tesoro más
preciado del bosque, sus ramas eran doradas, igual de resplandecientes al Sol,
mientras que sus hojas parecían el reflejo de miles de cuarzos rosados
brillando a la luz de la Luna, este árbol le daba vida a todo el bosque, a sus
ríos, a sus plantas y en especial a la magia de todas la criaturas vivientes del
bosque, desde la más pequeña de las hadas hasta el más grande de los dragones.
En este árbol se llevaban a cabo muchos de los rituales de las diferentes
especies en todas las épocas del año, se decía que nunca marchitaba, que sus
hojas siempre eran rosadas y su tronco no paraba de brillar.
El bosque estaba
dividido en cuatro territorios, el de Alfheim ocupaba la parte norte del bosque
y era el hogar de las hadas, elfos y ninfas, el territorio de Muspelheim estaba
en la parte occidental del bosque y allá habitaban los dragones, fénix, quimeras
y grifos, el territorio de Niflheim estaba ubicado en la parte oriental del
bosque, ahí vivían las sirenas, hipocampos, hidras y nagas. Por último, estaba
el territorio de Hel, ubicado en la parte sur del bosque y en él habitaban
trolls, medusas, cíclopes y arpías.
Todos los seres
convivían pacíficamente en los diferentes territorios y cada año en primavera,
cuando los cerezos florecían, todas las criaturas se concentraban en ese punto para
discutir de una forma pacífica las normas y territorios del bosque. A este
festival se le conocía como el Hanami.
Después de varios
ciclos lunares el tan esperado festival se iba a llevar a cabo en torno al
cerezo, todas las criaturas estaban asustadas, porque se habían dado cuenta de que
su magia cada vez era más y más débil y necesitaban hallar una solución, cuando
llegaron al cerezo todos quedaron perplejos con su hallazgo, pues ocurrió algo
que no esperaban, el cerezo se había marchitado, algunas criaturas lloraban,
otras gritaban y corrían, pero algo estaba claro “era un final inminente de la magia”.
En medio de cada
situación se empezaron a buscar culpables, se miraban con desconfianza hasta
que la gruesa voz del rey de los elfos pronunció frente a la multitud:
-¡Yo, en nombre de
mis elfos, declaro culpables a los trolls debido a que su magia no es tan
fuerte y por eso decidieron drenar la del árbol para quedársela ellos solos!
Después, el rey de
los trolls respondió:
-¿Por qué
querríamos robarles la magia? Aunque estemos escasos en recursos mágicos nunca le
haríamos esto a nuestro tesoro más preciado.
Así empezaron todas
las criaturas la disputa hasta que una gran guerra estalló, durante tres días y
tres noches hubo enfrentamientos sin parar, finalmente quedaron muy pocos
sobrevivientes y aquel bosque que alguna vez protegieron con toda su alma fue devastado
por el fuego que lo consumió hasta borrarlo de la faz de la Tierra. Cuando
reaccionaron ya no había marcha atrás, lo único que quedaba era el tronco del
cerezo, con algunas hojas y ramas que florecían de nuevo, ni los hechizos de
los más poderosos seres mágicos lograron devolverle la vida a lo que las llamas
se la había quitado, entonces decidieron arrancar el tronco de raíz y llevarlo
lejos de la tierra, hasta lo que hoy se conoce como Japón…
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