EL
JUEGO
Nunca
me gustó esa casa, extremadamente grande para mi gusto, oscura, de pasillos
largos y angostos, tres pisos cubiertos de madera que al pisar crujía, habitaciones
con pesadas cortinas y escasos halos de luz que formaban fantasmagóricas
figuras al pasar. El jardín grande y descuidado, lleno de maleza seca semejaba
un bosque de hechizos y pociones. En el sótano, la pianola pasaba y pasaba los
rollos de música y las teclas subían y bajaban sin cesar. Nos sentamos en
círculo una vez apagaron las velas. Nos tomamos de las manos y nos explicaron el juego.
Tuvieron
que pasar muchos años, sesiones de terapia, siquiatría y medicinas para que
pudiésemos volver a vernos. Hoy, como en esa noche, nos sentamos en el mismo
sótano, nos tomamos de las manos y volvimos a explicar el juego, el grupo
necesita saber qué ocurrió, solo falta uno. Se debe estar en silencio, del
centro del círculo se coge un papel, no hay luz, la X indica que eres
detective, la letra A el asesino, todos se paran, quien investiga sale del
salón, todos deambulan por el sótano, el asesino escoge la víctima, se acerca y
le susurra “te maté” o le desliza suavemente las manos alrededor del cuello,
ella caerá al suelo y gritará mientras sucede. Todo el grupo se queda quieto,
el asesino no quiere que lo descubran, las luces se prenden, entra el detective
y comienza la búsqueda, puede interrogarlos a todos, menos al muerto, no debe
hablar, no lo hará. El asesino debe mentir.
El
juego empezó, todos se mueven, la víctima se escogió, el detective salió, ya no
cruje la madera; el piso se cambió, lentamente el asesino se acerca e inhala el
perfume dulzón de la muchacha, le toca suavemente la garganta y con precisión
hunde el cuchillo una y otra vez. En la oscuridad se dibuja su sonrisa, una vez
cesa el grito se enciende la luz y, como en esa noche, “volveré a mentir”.
Ernesto Lanos Mendoza
No comments:
Post a Comment