Wednesday, October 22, 2014

La leyenda de Perseo (Sara Guayara 10º)

LA HISTORIA JAMÁS CONTADA DE PERSEO…

Era un verano como cualquier otro en Atenas, Perseo, valiente guerrero volvía de una de sus tantas batallas sin rasguño alguno y con un espíritu inquebrantable.
Al estar cerca de su destino, su humilde morada,  notó unas enormes nubes de humo negro saliendo de los árboles. Todo indicaba que el bosque se estaba incendiando. Sin dudar un segundo reunió a un pequeño grupo de personas que se encontraba cerca para controlar el incendio que a cada segundo iba consumiendo todo lo que encontraba a su paso. Al llegar, lograron rodear el incendio con rocas gigantes, sabiendo que eventualmente detendrían o lo apagarían, pero antes de regocijarse con su pequeño triunfo, un sonido inesperado interrumpió el silencio en el que se encontraban, un grito de ayuda proveniente del núcleo del incendio, una suave e inocente voz que solo podía pertenecer a una niña. Sin titubear y con un único deseo de salvarla Perseo atravesó un estanque cerca al  lugar del incendio y se introdujo en las entrañas del mismo. Sin saber qué hacer, ni dónde buscar, sitiado por árboles que se alzaban como pilares infernales, encontró una cabaña cuyo techo ardía intensamente, aunque su estructura solo aguantaría pocos segundos, entró en ella y encontró a la pequeña,  asustada, debajo de una mesa, la subió a sus  hombros y la sacó del bosque antes de que las llamas los consumieran. Al volver al lugar donde ya estaba controlado el incendio, el grito desgarrador de una mujer, entre llanto y alegría se encontró con su pequeña hermana, ¡Aria!,  llamó a la niña, un encuentro que durante unos segundos pensó que nunca iba a tener. La mujer, volviéndose hacia el hombre que había salvado a su hermana se presentó como Andrómeda, le deseó bendiciones de todos los dioses a Perseo pronunció palabras de agradecimiento entre sollozos y respiraciones ahogadas.
El héroe fue invadido por una sensación nunca antes experimentada al ver a Andrómeda, confundido entre el amor o un capricho, solo sabía que quería  estar con ella, pero antes de poder responderle, el destello de una flecha pasó por sus ojos atravesándole el pecho a la hermosa mujer. Impactado y sin palabras, Andrómeda exhaló un último “gracias”, pero se había ido. Perseo, al retirar la flecha del pecho de Andrómeda y tras inspeccionarla, notó que tenía una inscripción en la punta, en su mente sabía que  no solo era  malo, sino que tampoco era posible, una nueva guerra había empezado.
Durante generaciones su acción fue recordada por salvar al pueblo Ateniense, pero Perseo nunca olvidó a Andrómeda y a su pequeña hermana…
SARA GUAYARA

DÉCIMO

Creando Palabras (Escritura Creativa)

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